jueves, 4 de abril de 2013

Vall D´Albaida

Semana Santa, después de unas semanas de ausencia sin poder montar en bici (aunque intenté alquilar una en Sudáfrica, no me fue posible) me llevo a la familia y a mi Felt a pasar unos días a Guadassequies, en Valencia. Allí aprendí que a lo que nosotros llamamos llano no se corresponde con los llanos de aquellas tierras.


Crónica "Estos tíos no han visto un llano en su vida"
por Alfredo

Viernes Santo, lejos de querer ver procesiones me levanto con la promesa de una bonita ruta por la Vall D´Albaida en el interior de la provincia valenciana. Un buen desayuno precede a la llegada de Jose Ramón, tercer integrante y guía de la salida. Los otros dos integrantes somos Jesús, mi anfitrión y yo. Ambos son de Montaverner, localidad muy cercana a Guadassequies, Jose Ramón viene desde allí pedaleando en su montura.

Salimos los tres en dirección a Xátiva para pasar en pocos minutos Bellús adentrándonos en l´estret de les aigües, horadado por el río Albaida. En este tramo el camino es estrecho y muy pedregoso, con el río siempre unos metros más abajo a nuestra derecha y algún que otro túnel de vegetación. El día anterior había salido por aquí para estirar las piernas y me encontré con una culebra viperina (Natrix maura), maestra en imitar a las víboras aplastando su cuerpo y haciendo su cabeza triangular, me lanzó un picotazo al intentar cogerla, pero esta culebra asociada a al agua es totalmente inofensiva.

 
Al llegar a la casa de la Llum cruzamos el río por un puente de hormigón y divisamos la Cova Negra en una curva del río. Seguimos ahora por asfalto hasta el pueblo de Genovés, fuera ya del valle, que cruzamos por completo para salir por su extremo noreste y tomar otro camino asfaltado en una sucesión de toboganes a la que a partir de ahora y por cortesía con mis compañeros valencianos llamaremos “llano”. Rodamos con frescura “entre naranjos en flor y tierras rojizas, no como en la Vall D´Albaida donde la tierra es blanca y no hay apenas naranjos” me advierte Jose Ramón.



Pla de Corrals es un punto de encuentro clásico para los riders de la zona, las puertas de sus dos o tres bares están repletas de bicicletas apoyadas por doquier. Allí, en uno de los bares nos detenemos a almorzar, otra tradición de la zona. Mis compañeros se meten un bocadillo cada uno con ensalada y todo, en el bar me miran con desconfianza cuando pregunto por un croissant para acompañar mi café, no pude conseguir más que unas tostadas, pero para mí es mejor opción que un bocadillo de pernil.

Tras el almuerzo nos toca encarar la subida de la jornada por la Ombria del Buixcarró, apenas tres kilómetros con un desnivel medio del 12%, rampas del 20% y un firme de piedras y grava suelta que no ayuda demasiado a la tracción de los piñones más altos. Con “todo metido” logramos pasar las rampas y nos lanzamos a un rápido descenso por una pista de nuevo asfaltada pero con mucha grava suelta que me hace clavar frenos en las curvas después de un pequeño susto con la rueda delantera en una de las curvas más cerradas. Y sin quererlo, llegamos a Pinet.



Sin quererlo, porque debíamos haber aparecido en Quatretonda, en algún lugar debimos perder un desvío y la confusión nos iba a significar 15 kilómetros de regalo que se añadían al castigo que nos había infligido la Ombria del Buixcairró. De Pinet bajamos a Lluntxent por la carretera recién asfaltada y con cunetas más que generosas que nos daban sensación de seguridad ante el escaso tráfico rodado. En Lluntxent hacemos otra rápida parada para descansar unos minutos las piernas y seguimos ruta hacia La Pobla del Duc efectivamente entre tierras blancas y frutales, pero apenas sin naranjos. Vamos por terreno “llano” y en cada subida nos va costando más y más mantener el ritmo, nos llueve un poco, lo justo para no llegar a empaparnos, sólo un pequeño inconveniente de cinco minutos.

Llegamos a Montaverner y allí Jose Ramón se separa de nosotros para quedarse en su casa, Jesús y yo seguimos unos cinco kilómetros más hasta llegar al pequeño Guadassequies donde nos espera la familia, una buena ducha, la comida y un café. El esfuerzo ha merecido la pena, la ruta aunque dura ha sido bonita, la compañía muy buena y la sensación con la que me quedo al sentarme en el sofá después del esfuerzo es: “joder, estos tíos no han visto un llano en su vida”.

Distancia: 60 Km
Dificultad: Media

No descansamos en vacaciones...
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